Natalia Oreiro



Aún no abrió su boutique y ya tuvo faja de clausura por un obrero que casi se mata
A días de inaugurar Las Oreiro en un local de Palermo, un accidente laboral casi le arruina el debut.
Una vez más, la uruguaya Natalia Oreiro ó Natalia Marisa Oreiro Iglesias Poggio Bourié, esta es su verdadera identidad, quiere festejar la llegada de la primavera en Palermo Soho. Pero a diferencia de otras oportunidades, el lugar escogido no es un salón de fiestas, disco ni restaurante, sino “Las Oreiro”, el local de indumentaria y accesorios femeninos que está acondicionando en Honduras 4780, casi esquina Armenia. Es decir, a cuatrocientos metros de la casona del pasaje Santa Rosa, en donde vive junto a su esposo, el músico y líder de Divididos, Ricardo Mollo. A raíz de ello, más de media docena de obreros trabajan contra reloj y bajo las órdenes de una joven y menuda arquitecta que, vía celular, informa a Naty y a Adriana Patricia Oreiro, la hermana y socia del emprendimiento textil, de todos los avances y complicaciones que pudiesen presentarse. Fundamentalmente, de esto último, porque el sábado 8 de septiembre no se produjo muerte de milagro. Es que alrededor de las 11 y pico de la mañana, se desprendió un pesado tirante de madera y cayó encima del cuerpo de un joven obrero, quien tuvo que ser asistido rápidamente por sus compañeros y luego trasladado en una ambulancia del SAME hasta el hospital Fernández. Al enterarse de la mala noticia, la actriz, cantante y ahora también empresaria se asustó muchísimo. Sin embargo y aconsejada por su propia hermana, Natalia evitó acercarse hasta la obra, tal como era su intención. Más que nada, por temor a que alguien llamase a la prensa. Entonces y para mitigar el susto, recurrió a su marido, primero y, luego, a gente de su mayor confianza. Recién se tranquilizó cuando le informaron que la cosa no era grave. Como consecuencia de este accidente, todo el lugar fue vallado y clausurado por la policía. Claro que, la clausura duró menos que un suspiro, porque el lunes 10 y ante la sorpresa de vecinos y comerciantes de los alrededores, los trabajos se reanudaron como si allí nada hubiese pasado. El local, en donde funcionará “Las Oreiros”, es de grandes dimensiones. Ocho metros de frente y algo más de veinte de fondo, en cuyo interior hay un desnivel muy pronunciado. En el frente se destaca un alero, cuyo estilo art déco fue inspirado, tal vez, en el último viaje que Naty hizo a Francia, cuando fue contratada para una producción de la marca C&A. Más abajo y a los costados, el comercio tendrá dos vidrieras verticales, pero de grandes dimensiones. Algo que se impone, según los arquitectos y maestros mayores de obra de la zona porteña de moda. Para que los futuros clientes (famosos y desconocidos) y empleados se sientan como en sus casas, las hermanas Oreiro han contratado, a través de la joven arquitecta, a una empresa especializada en aire acondicionado que, con prisa pero sin pausa, está haciendo los últimos ajustes técnicos. Esto se pudo ver entre el jueves 13 y el lunes 17, fechas en los que Natalia estuvo en tres oportunidades. Claro que fueron estadías de médico, salvo la del domingo 16, que no solo supervisó los trabajos, sino que se dio el gusto de almorzar en La Brunilda, uno de los restaurantes de la cuadra (el otro es La Placita), junto a Adriana, su cuñado Sergio Maverino y un sobrino. Allí, entre bocado y bocado, la chica que nació en 1977 y se mudó 26 veces (tal como declaró en el extenso reportaje que le dio a la revista G-7, en la edición de septiembre) repasó detalles de la obra y dio su punto de vista de cómo presentar en el local los 150 diseños que están terminándose en un taller de la zona. Algo que hasta hace unos meses era solo un proyecto y que comenzó a materializarse el pasado 12 de junio, cuando Las Oreiro fue inscripto en la oficina de marcas y patentes, bajo el nombre de las hermanas y en partes iguales (50 por ciento), según el boletín N° 2579, del 22 de agosto pasado. De acuerdo a lo que dice ese organismo, la intención de tener marca y local propio no es nueva. Porque en octubre de 2003, Natalia se presentó en la misma oficina y registró la marca Oreiro pero, en ese caso, sin sociedad alguna. Aunque también existen seis registros más de la empresa Chiburaska S.A., pero con otro nombre, Oreiro Sisters. Lo cierto es que hace más o menos noventa días, Natalia y Adriana, con todos los papeles en la mano y la ilusión a flor de piel, se pusieron a buscar un local en el barrio. En silencio y sin recurrir a la inmobiliaria líder de Palermo Soho, Shenk, cuyo socio gerente es Horacio Berberian, llegaron hasta el de Honduras 4780, que estaba cerrado. Es que unos días antes, la titular del restaurante Cipriana decidió bajar las persianas y no renovar el alquiler por tres años, porque el dueño de la propiedad se lo aumentó de 5 mil a 10 mil pesos mensuales. Peso más, peso menos, este es el monto por el que habrían terminado firmando las Oreiro, ya que el contrato incluye también una oficina contigua (Honduras 4778), que usarán para temas administrativos y depósito. “Una cifra muy bien negociada”, sostiene Berberian. A días de la inauguración, Naty está nerviosíma, aseguran en su entorno. Más que nada porque ella es muy detallista y, en esta etapa de su vida, sueña con triunfar como diseñadora de modas. Juan Ignacio Penlowskyj

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